En una discreta casa en el sureste de la Ciudad de México, en los límites de la urbe, fue velada la pequeña Fátima, una niña de siete años recién cumplidos que desapareció la semana pasada y cuyo cadáver fue identificado este domingo después de ser encontrada en una bolsa.
El caso, que ocurrió unos días después del brutal asesinato de Ingrid Escamilla, de 25 años, a manos de su pareja, conmovió nuevamente a la sociedad mexicana y a los vecinos de la colonia San Sebastián, en la alcaldía Tláhuac, en el sureste de la capital mexicana.
Ahí, sobre la calle María Dolores Obregón, llegó pasadas las
18:00 horas el cuerpo de la menor, en un ambiente que iba del dolor a la
impotencia y por momentos a la rabia. En el lugar, los vecinos, conocidos y
familiares de la menor asesinada ya esperaban a los padres.
La calle fue cerrada y frente al domicilio donde vivía Fátima se instaló una
carpa y docenas de silla plegables. En la fachada, cartulinas con pedidos de ayuda
a las autoridades y exigencias de justicia mostraban un mosaico irregular. Al
interior, en el cuarto principal del hogar, fue colocado el féretro.
Al interior apenas se podían apreciar algunos globos blancos. Un hombre de mediana edad, a cargo del micrófono y el sonido, coordinaba a las personas y medios de comunicación que se acercaron al lugar para evitar que la pequeña entrada colapsara.
Momentos después de que el cuerpo de Fátima ingresara en el
lugar, su madre, María Magdalena Anthon, ofreció unas palabras. “Quiero
justicia”, dijo, con la voz quebrada y cansada. “No nada más por mi hija, sino
por todas las mujeres asesinadas. Por todas”, completó.
Las personas que se habían acercado al velorio, incluidos vecinos, familias
cuyas hijas o hijos habían compartido salón con Fátima, comenzaron a aplaudir.
Entonces surgió el grito que acompañó a la familia de la menor durante todo el
día: “Justicia, justicia, justicia”. Después, la mujer comenzó a gritar por su
hija, pidiendo que el caso no quede, como tantos otros, en la impunidad.
Luis Aldrighetti, el padre, agradeció por su parte la presencia de los asistentes. “Quiero agradecerles a todos, a los dos alcaldes, de Tláhuac (y de Xochimilco), y a todos los amigos que nos acompañaron. Dios los bendiga”, dijo. Posteriormente, ambos recibieron los pésames y las lamentaciones de los que le dieron el último adiós a su hija.
Y es que el caso de Fátima es uno de los que han conseguido
un perfil nacional, ya que ocurrió en la Ciudad de México en un contexto donde los
últimos feminicidios ocurridos en la capital, por diversas circunstancias, han
concentrado la atención de los focos a pesar de que la situación no es nueva ni
se limita a algunas zonas particulares.
El crimen será investigado por las autoridades como feminicidio, como
adelantaron este domingo. La niña fue secuestrada de la salida de su escuela el
pasado 11 febrero, apenas hace un mes había cumplido esa edad y esperaba en la
puerta de su escuela en el sur de la capital mexicana a que su mamá llegara por
ella.
Tras la desaparición de la menor, sus familiares realizaron la denuncia correspondiente y se emitió la alerta Ámber .No fue, si no hasta 6 días después cuando se dio a conocer que en la alcaldía Tláhuac había sido encontrado el cuerpo de una menor de entre 7 y 9 años en una bolsa.
Sin embargo, todo lo que se supo de su desaparición fue que
una mujer adulta se la había llevado. Las autoridades ofrecen ahora una
recompensa de 2 millones de pesos (unos 107.700 dólares) para encontrar al
asesino y las personas implicadas en la sustracción de la menor que apareció
muerta en un basurero al sureste de la urbe.
Un colectivo feminista, llamado “Violeta” y que organizó una marcha desde la
escuela donde desapareció hasta el hogar de Fátima, también reafirmó su su
“apoyo incondicional” a la familia, más allá del apoyo económico y las
donaciones que se pidieron para solventar los gastos. “Sabemos que con eso no
se llena el vacío, por eso estamos aquí”, dijo una de las portavoces.
A continuación, tras los mensajes, la gente, que llevaba al menos un par de horas esperando en el lugar, comenzó a formarse para poder ingresar a despedirse de Fátima. El hombre que organizó el ingreso, pidió que la gente entrara “de dos en dos” y con velocidad, ya que la fila alcanzaba al menos hasta la siguiente calle.
En el lugar, además de vecinos, había muchos niños y niñas,
algunos compañeros de Fátima, otros conocidos. Algunas personas no podían
contener las lágrimas. Otros, a pesar de haberse incorporado a la fila para
ingresar al hogar, decidieron no entrar en el último momento.
Los aplausos, a veces improvisados y sobre todo cuando el silencio comenzaba a
inundar la calle, no se dejaron de escuchar. Pero entre los asistentes al
velorio, una opinión era mayoritaria: la actuación de las autoridades fue,
cuando menos, deficiente. “Pésimas», dijo una de las mujeres.
“Incompetentes”, dijeron otros.
Dos mujeres más indicaron que el sistema judicial “está muy mal”. “Cuando llegas a hacer una denuncia de desaparición siempre te dicen que tienes que esperar 72 horas y eso fue mortal para la niña, ahora lo estamos viendo, la alerta ámber se debió haber hecho antes, y fue error del Ministerio Público”.
Además, indicaron que el problema de la división política complicó aún más las cosas. “Padecemos de una situación de límites territoriales: el pueblo de San Sebastián está dividido: una parte es de Tláhuac y otra de Xochimilco, es lo que le dijimos a los alcaldes, nunca nos hacen caso y siempre se avientan la ‘bolita’, y eso entorpeció también toda esta situación. No sabemos de dónde somos”, explicaron.
«Es muy doloroso, muy triste. Las autoridades han sido pésimas, Tláhuac no se hace responsable de nada, ellos te dicen ‘son zona ecológica’”, señaló una de las asistentes. “Es indignante, era una bebé, ¿qué mal había hecho? Duele, a mí me dan ganas hasta de llorar porque es una gran tristeza”, completó.
Este martes, a las 13:00 horas (tiempo local), se llevará a cabo una misa de cuerpo presente en el lugar y posteriormente el féretro de la menor será enterrado en el cementerio de la zona.
