Los estereotipos de género han condicionado el desarrollo profesional de las mujeres en la práctica deportiva debido a la asignación de características asociadas a la debilidad, delicadeza, pasividad, delgadez, ternura y fragilidad. Esa idea se convierte en uno de los principales obstáculos para participar y destacar en disciplinas que requieren velocidad, fuerza, masa muscular o velocidad.
Pero, ¿Qué son los estereotipos de género? La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos los define como “una opinión o prejuicio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer, o de las funciones sociales que ambos desempeñan o deberían desempeñar”. No sólo clasifican a las personas, también condicionan sus comportamientos.
En la práctica deportiva los estereotipos de género se reflejan desde el momento en el que los hombres son motivados a practicar deportes de contacto, agresivos, rápidos y altamente competitivos. Por otro lado, las mujeres son orientadas hacia actividades elegantes, estéticas y de bajo riesgo; en esos mandatos entendidos como “naturales”, se crean estructuras de poder y desigualdad.
La práctica de deportes originalmente asociados a los hombres como el fútbol, el americano o el boxeo, estigmatiza a las mujeres, provoca que sean señaladas y cuestionadas por su orientación sexual, valores y roles sociales. Etiquetar a las mujeres, se convirtió en un mecanismo de control que limita su participación y profesionalización.
Las desigualdades que afectan a las mujeres en el ámbito deportivo se gestan desde el momento en el que una niña es limitada a practicar un deporte “de hombres” o una adolescente deja de practicar por discriminación, prejuicios, no cumplir estandares de belleza y falta de espacios seguros. Sin embargo, no es él único aspecto en el que las mujeres deben de salir del molde para poder crecer profesionalmente.
Los estereotipos de género también trastocan otros aspectos de la vida deportiva como salarios igualitarios, patrocinios y la falta de oportunidades para acceder a puestos de liderazgo y de toma de decisiones. Como directivas, entrenadoras, empresarias, o líderes de opinión. En los últimos años se registran grandes avances encaminados a igualar el acceso y participación de las mujeres en el deporte, aún queda mucho camino por recorrer.
Cerrando brecha
La Selección Femenil de fútbol de Estados Unidos consiguió un acuerdo histórico para recibir los mismos salarios que el equipo varonil, además del pago de 24 millones de dólares en sueldos atrasados y compensaciones. Esta resolución es sin duda un avance en la profesionalización del deporte femenil y un paso más en la reducción de la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres. “Cuando nosotras ganamos, todas ganan”, escribió Megan Rapinoe en su cuenta de Twitter. Hoy ganó el fútbol femenil, ganaron las mujeres futbolistas, y las niñas que sueñan con ser estrellas del fútbol.
