¿Y si vamos más allá de una nueva etiqueta?

Emprender y aprender: una columna de Daniel González Ayala

El etiquetado frontal en los productos de alimentos empaquetados ha sido importante para las empresas, ya que es la principal presentación e impacto que recibimos los consumidores al momento de elegir qué alimentos consumir en lugares que van desde supermercados hasta pequeñas tiendas locales, y además ha generado que grandes empresas destinen considerable parte de sus recursos en campañas y estrategias de marketing para seguir incrementando sus ventas y utilidades.

Sin embargo, en los últimos años, la información nutricional de los alimentos ha causado mucha relevancia a nivel mundial debido a que se considera como una de las principales variables que afectan directamente a la salud e incrementan las tasas de obesidad en la población, causando estragos en la calidad de vida.

Es por eso que desde el 2010 la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) presenta, año con año, su informe sobre las tasas de obesidad en el mundo con el fin de proponer políticas y campañas que ayuden al desarrollo del bienestar de la sociedad y la erradicación de este serio problema, dado a que puede conducir a diversos factores de riesgo como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, demencia e incluso enfermedades crónicas.

El caso de México es uno de los más preocupantes ya que ocupa el segundo lugar a nivel mundial en casos de obesidad, y actualmente cuenta con un registro cerca del 73% de la población con problemas de sobrepeso y padecimiento de obesidad, de las que derivan el 34% con el mayor grado de obesidad, denominado “obesidad mórbida”, mismo que podría reducir la esperanza de vida en el país en 4 años durante un periodo de 30 años según la OCDE.

Por lo tanto, es muy importante cuestionarnos ¿cómo afecta este problema al desempeño económico del país? ¿la reforma a la Ley General de Salud para modificar el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas tendrá un impacto a favor para afrontar este problema?

Desde el 2013 se implementó la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, la cual permitió que en el 2015 entrara en vigor una medida regulatoria para emplear en los productos empaquetados las “Guías Diarias para la Alimentación” basadas en el modelo europeo, en el que se indica desde entonces el contenido y la cantidad de grasas, azúcares, sodio, energía, entre otros, y fue hasta el 2018 que se optó por tomar medidas más abruptas de acuerdo con estas circunstancias para desarrollar un sistema de etiqueta frontal que permitiera crear una mayor conciencia racional a los consumidores sobre sus decisiones en la alimentación.

A raíz de esto, el 22 de octubre del año pasado la cámara de senadores aprobó esta propuesta para modificar la reforma a la Ley General de Salud, en el cual consiste en que, además de tener más visible el valor nutricional de los alimentos, se optara por emitir una advertencia sobre el exceso de contenido, misma que fue puesta en marcha el 09 de noviembre del 2019, pero que se ha visto reflejada apenas hace un mes debido al volumen de producción de alimentos y bebidas no alcohólicas que se generan a diario.

Sin embargo, es muy importante analizar el impacto en el crecimiento económico que podría tener en diferentes casos, como son: el bajo rendimiento y productividad en los trabajadores que presentan enfermedades relacionadas con el sobrepeso, el gasto que genera el tener acceso a tratamientos de servicios médicos para atender estos problemas, los costos adicionales en el presupuesto federal para instituciones de salud, sin dejar de lado la disminución en la competitividad laboral que se ve reflejado en la disminución del PIB.

Es por eso que, tras estos resultados y estimaciones, ha alertado al Estado como un riesgo que desfavorece al Desarrollo Sostenible Humano en el país. 

Estas medidas de etiquetado no son una solución al problema, sino un avance de información de consumo a la sociedad, dado que estas políticas se deben intensificar acompañadas de estrategias de educación alimenticia y actividad física, tanto en la educación del nivel básico como en el nivel profesional, además de alentar a los sectores privados sobre la importancia del conocimiento de este tema en sus trabajadores y erradicación a este problema en la sociedad.

Una herramienta viable ante esta situación podría ser la implementación de programas que promuevan la innovación en el desarrollo y transformación de alimentos, sabemos que esto podría generar a las empresas nuevos retos y responsabilidades al tener que plantearse nuevas estrategias de rediseño, pero es fundamental deducir como una forma viable el incentivar a crear nuevas fórmulas en la transformación y preparación de alimentos.

Otra práctica sería el considerar subsidiar alimentos orgánicos que permitan tener un menor costo y un mayor acceso para el consumidor final, que no ponga en riesgo la salud de las personas y que permita alentar a la producción de estos bienes en México como una oportunidad para la inversión.