Redacción.
Hoy, abunda la basura en las calles, arroyos, lotes, baldíos; a los lados de las carreteras, la sociedad civil ha realizado labores de limpieza, pero no hay autoridad que se ocupe de hacer respetar el Reglamento de Imagen Urbana y demás ordenamientos correlativos y legales, consecuentemente, también en esto hace falta quien imponga orden.
La contaminación ambiental, distingue a esta ciudad minera de los demás municipios circunvecinos, problema que se ha consignado reiteradamente, pero extraña a la ciudadanía que ninguna autoridad atienda lo que resulta una vergüenza para Charcas, aquel pueblo que atrás lucia limpio y ordenado.
Los perros callejeros que con su excremento ensucian calles, y hasta edificios públicos, contribuyen a la contaminación ambiental y tampoco se tiene el valor de aplicar la ley, que por temor a que se molesten defensores de los animales, y en fin, duele aceptar la realidad de que en Charcas, existe la inmundicia que toleran los gobernantes.
Se recuerda que por años y años, Charcas se distinguió por contar con personal que en la madrugada, iniciaba labores de limpieza en el Centro de la Ciudad; al haber festejos públicos, se barría en la misma noche, los sonidos funcionaban a sonido moderado, se evitaba en lo posible que hubiera perros callejeros, hoy, es todo lo contrario.
Fuente: La Razón del Altiplano.