Dos Bocas, sin pies ni cabeza

Durante la anterior campaña presidencial se dijo que las refinerías en México trabajaban a un penoso 30% de sus capacidades. Ya para ese entonces se sabía con absoluta certeza que los combustibles fósiles tenían una mucho mejor alternativa como elemento energético y que la transición era inevitable.  

Algunos hubieran pensado que lo lógico o sensato antes de pensar en construir otra refinería, hubiera sido mejorar lo más posible esas refinerias ya existentes y que dejaran de costarnos millones y millones a los contribuyentes. Lo anterior hubiera sido un caso muy conservador y de franco estancamiento si se toman en cuenta los cambios que demanda la realidad.

El conocimiento técnico especializado, científico, evidencias y pronósticos fidedignos así como los acuerdos internacionales como el de Paris en materia de cambio climático, harían suponer a cualquier encéfalo semi funcional que lejos de poner a trabajar esas ineficientes refinerías por lo menos a un mediocre 70%, lo consecuente sería invertir sin torpeza ni parsimonia en ciencia y tecnología transitando así al menos a mediano plazo a una reducción significativa en el uso de combustibles fósiles.

Por supuesto para no perder nuestra vergonzosa costumbre el servidor público de mayor jerarquía tuvo la aberrante, coprocefálica y retrógrada iniciativa de construir una nueva refinería. A muchos que por desgracia no vivimos en México nos llena de pena ajena e incomodidad cada vez que se toca el tema y se nos cuestiona si es verdad que sabiendo como están las cosas todavía se construye una refinería. Como dicen los chistes y memes: “Sólo en México”. El chistecito se suponía que iba a costar cerca de 8000 millones de dólares y ya se paso por mucho, tanto que se prevé que cueste en el mejor de los casos 3 mil millones más (pero el PRI robó más). Ese presupuesto pudo haberse invertido en verdaderas prioridades como hospitales, educación, seguridad o desarrollo sostenible.

El sitio en el que se construye la refinería de Dos Bocas en Paraiso, Tabasco, otro edén que sucumbirá al progreso del humo negro de las gigantescas chimeneas, está a pocos metros de distancia de la orilla del mar, rodeado de cuerpos lacustres que albergan riqueza y diversdad biológica.

Tal ubicación tiene una alta tendencia a las inundaciones, mismas que ya han ocurrido durante la obra y que se hicieron saber oportunamente con mucha anticipación. Cualquier derrame de hidrocarburos por pequeño que se haga parecer, podría ser “lavado” fácilmente durante una inundación o aguacero y llevado en forma de tóxicas y flotantes natas de aceite a los vulnerables ecosistemas aledaños.

La refinería es obsoleta desde su concepción. Es algo así como usar chapopote para bañarte cuando ya existen jabones neutros biodegradables. El sitio amenaza al ecosistema marino y terrestre fuertemente. Representa desperdicio de capital productivo y de oportunidades de desarrollo,  únicamente engorda un ominoso  y repugnante futuro elefante blanco.

La tendencia y urgencia mundial es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y no al revés.  Reducir la combustión fósil no es un chiste o una moda verdosa, es una necesidad urgente que no parece comprenderse. La búsqueda absurda de energía arcaica cuando el sol no se cansa todos los dias de insistir en regalárnosla no debería ser una opción sino una obligación. Un gobierno progresista y actualizado  aceptaría la opinión de los expertos traduciéndola en política de estado y no en una demagógica y enfermiza ocurrencia.

El entrañable, aborrecido y estricto prefecto de mi preparatoria mejor conocido como el ingeniero, o entre la banda como el “Cus Cus”, sabiamente nos decía que no había algo peor que un tarugo con iniciativa. Ahora discrepo. Si lo hay y es un tarugo con iniciativa y con poder.