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Un ego del tamaño de la Feria… o más, y la campaña política interminable del gallardismo

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Al gobernador Ricardo Gallardo Cardona gustan los aplausos, de eso no queda duda, le gustan los halagos, eso tampoco se cuestiona. Le encantan los escenarios y volvió a demostrar que gastará lo que se tenga que gastar (Marcelo de los Santos dixit) para codearse con los artistas más conocidos y mediáticos del continente, así sea hipotecando el futuro financiero del estado.

La Feria Nacional Potosina (Fenapo) cerró así una edición más con el éxito que más le gusta al gobernador Ricardo Gallardo Cardona: el éxito que otorga el aplauso fácil de las masas, claro está, derrochando el recurso público, no suyo, aunque lo maneje como si lo fuera.

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En varias entrevistas a modo, realizadas en los últimos días donde lo más incómodo fueron preguntas sobre «¿cómo fue su niñez?» o «¿cómo le hace para tener tanto éxito?», de esas que le llaman algunos «para conocer el lado humano del funcionario», el gobernador Gallardo Cardona reconoció que le hubiera gustado ser artista. Ya se intuía y él gustoso lo confirma.

Se entiende pues, desde ese punto de partida, el complejo psicológico que carga consigo y que ahora, a punta de millones y millones gastados, intenta acercarse a ese mundo que le fue imposible alcanzar por la falta no de dinero, sino de talento artístico seguramente para lograrlo.

El mandatario no podría estar entonces más feliz, la misión principal de la Fenapo volvió a cumplirse: brindar el mayor culto a la personalidad que ha tenido un gobernador en la historia de San Luis Potosí. Ni siquiera Marcelo de los Santos Fraga se atrevió a tanto; lejos también de Fernando Toranzo Fernández o Juan Manuel Carreras López, que lo que menos querían era el foco de atención.

Para esta edición, una ridícula imagen del gobernador arriba de su costoso caballo daba la bienvenida al recinto ferial, pero por increíble que parezca Gallardo Cardona le permitió a su esposa, Ruth González Silva, que fuera ella quien figurara por encima incluso de él y de su enorme ego. Pantallas led, imágenes de ella en varias facetas y un stand fueron ubicadas en la entrada del recinto. Por momentos parecía más informe de la presidenta del DIF, que una feria de pueblo.

Durante semanas previas y mientras se desarrollaba la Fenapo, el gobernador se dedicó a jugar a ser Dios haciendo transmisiones en vivo en sus redes sociales, esas que nunca utiliza, por ejemplo, para hablar de inseguridad, pero sí para regalar boletos a sus «ahijados» para los conciertos en el palenque y pulseras para el Teatro del Pueblo. Yo tengo, yo doy.

Pero los mejores espacios en el Teatro del Pueblo no fueron ocupados por personas de las Terceras, o de Los Silos o del Saucito, fueron ocupados por el gobernador, su esposa, su familia, funcionarios, amigos, amigos de los amigos y compromisos políticos.

La Fenapo 2023 no fue diferente a la del 2022. Se volvieron a presentar números inflados de asistentes y de derrama económica para inflar aún más el ego de los organizadores que encabeza el promotor número uno de los espectáculos en todo el estado: Ricardo Gallardo Cardona

¿De cuánto fue el gasto para que luciera el gobernador y su esposa durante el evento «gratuito» de la Fenapo? No se sabe, y probablemente nunca se conozca.

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