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El regreso del Talibán: un nuevo Vietnam

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Por Israel Navarro

Si alguna vez ha perdido dinero, sabe lo frustrante que eso es. Bueno, pues imagínense que los estadounidenses echaron 88,000 millones de dólares a la basura combatiendo al Talibán en Afganistán. Eso sin contar las más de 6,000 vidas de militares y contratistas que tenían tres objetivos específicos: cazar terroristas, crear instituciones de gobierno sólidas, y empoderar a la sociedad civil, especialmente a las mujeres. Nada de esto se cumplirá con el regreso del Talibán al gobierno.

Y ¿quiénes son esos, Israel? En términos simples: Talibán literalmente significa “estudiantes”, y son un grupo de extremistas islámicos combatientes de la invasión soviética que, desde 1994, buscan instalar un Estado rígidamente apegado a los preceptos religiosos. Esto incluye el borrar la herencia de pueblos ancestrales, que a su parecer, fomentan la idolatría. Por ello, cuando tomaron el poder en 1996, destruyeron varios monumentos culturales, como los budas gigantes de Bamiyan, que dinamitaron por sus pistolas, a pesar de la enérgica condena internacional.

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Pero tristemente, el genocidio cultural, es lo de menos. Durante los 6 años que duraron al frente del país, de 1996 al 2001, las atrocidades cometidas contra la población fueron innumerables, y particularmente difíciles para las mujeres que, a los ojos del Talibán, son seres inferiores. Bajo esta teocracia, las mujeres tienen la obligación de usar la burka de pies a cabeza, no tienen derecho a trabajar, ni a estudiar, con excepción del Corán. No pueden salir a la calle si no están acompañadas de un varón familiar. No pueden salir al balcón de su casa, ni hablar fuerte en público. Todo esto so pena de ser golpeadas o ejecutadas.

En el 2001 con la llegada de Estados Unidos, otros aliados y la OTAN, vino la caída y el repliegue del Talibán hasta el 2011, año en el que Estados Unidos llegó a tener 100,000 efectivos militares desplegados. Y de ahí comenzó la salida paulatina, hasta que Biden levantó el campamento por completo, dejando a su suerte al gobierno afgano.

Y aquí el dilema: Por más tiempo que Estados Unidos se mantuviera entrenando tropas en Afganistán, las cosas no iban a mejorar por la alta corrupción, la incapacidad del gobierno afgano de pagar a tiempo a sus soldados y policías, el pobre equipamiento con el que los mandaban al frente de batalla, y las deserciones de los elementos. O sea, un pozo sin fondo.

Obama lo sabía, Trump lo sabía, y ahora, como dijo la Sonora Santanera, Biden lo sabe. A él le va a tocar pagar el pato, especialmente cuando las prácticas medievales del Talibán vuelvan a ser nota, o peor tantito, cuando Afganistán se intensifique como caldo de cultivo para terroristas.

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael

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