La ausencia de Sara Rocha en el evento de Galindo detonó el reloj detonador de la bomba política que seguramente veremos estallar estridosamente.
La clara y no tan significativa ausencia de Sara Rocha en el evento de toma de protesta del alcalde Enrique Galindo Ceballos este pasado 1 de octubre, no es más que una clara señal del inevitable final que augura esa ya de por si tóxica relación política.
Aunque el PRI asegura, jura y perjura que Galindo Ceballos sigue siendo priísta y «sigue siendo un activo muy importante del partido en San Luis Potosí», lo cierto, es que la distancia tomada tanto por el alcalde, como por su dirigente, demuestra que las manera en que se han estado haciendo las cosas al interior del tricolor no son del agrado del «primer priísta del estado», y por su parte, Sara Rocha parece no tener interés en respaldar al activo, y mucho menos ahora que dejó ver que en 2027 existe la posibilidad de unirse electoralmente al verde a modo de salvavidas.
Para quienes mas o menos le entienden a esto de la política, Galindo Ceballos habría esperado hasta después de la toma de protesta y de los nombramientos legales para comenzar a ejecutar su estrategia de salida, la cual podría tener como destino sumarse a las filas de otro partido (incluso oficialista) o bien, mantenerse sin partido y dejar que avancen los tiempos para ir viendo «como se acomodan las cosas». Inlcuso, para unirse al PAN, Galindo estaría considerando esperar que pasen las elecciones internas del partido, ya que recordemos que el bloque azuarista ha emprendido una cargada en contra, buscando presionar acuerdos políticos.
Cualquiera que sea el destino de Galindo, seguramente le será incomodo a Sara Rocha, ya que como rival formidable que es, el alcalde podría representar un obstaculo inflanqueable para sus aspiraciones en el 2027.
La ausencia de Sara Rocha en el evento de Galindo detonó el reloj detonador de la bomba política que seguramente veremos estallar estruendosamente, que al final dejará un enorme cráter en el ya muy cacarizo terreno priista, y uno muy pequeño y fácil de reparar en el terreno galindista.