La política en San Luis Potosí ha entrado en una fase de confrontación pública que ha sacudido tanto a los medios como a la opinión pública. Los protagonistas son el gobernador Ricardo Gallardo Cardona y el empresario Gerardo Sánchez Zumaya, quienes pasaron de una somera amistad a ser rivales encarnizados. Un conflicto que inició con el supuesto impago de una carretera en la Huasteca, ha escalado al punto de poner en tela de juicio la integridad del gobierno y la reputación de la administración federal.
La historia entre ambos comenzó con una relación cordial. En los días en que Gallardo asumió la gubernatura, Sánchez Zumaya, originario de Tanquián de Escobedo, celebraba su conexión en redes sociales, compartiendo fotos en las que se le veía junto a Gallardo y su padre, Ricardo Gallardo Juárez. Sin embargo, lo que parecía una alianza se quebró cuando, presuntamente, el gobierno potosino incumplió con los pagos de una obra carretera encargada a Sánchez. A partir de este punto, la cordialidad se convirtió en disputa.
El conflicto estalló en redes sociales, cuando la Guardia Civil Estatal y la Fiscalía General del Estado intentaron ejecutar órdenes legales contra el padre de Sánchez Zumaya. En un video difundido por el propio Sánchez Zumaya, el empresario arremetió contra Gallardo, acusándolo directamente y señalando también al secretario general de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez. A través de sus redes sociales, Sánchez no solo denunció estos incidentes, sino que también dejó entrever sus conexiones políticas y sociales.
A raíz de estos hechos, Sánchez Zumaya ha adoptado una abierta participación política. Ha sido visto en eventos de campaña y se ha dejado fotografiar con figuras como la presidenta Claudia Sheinbaum y Rosa Icela Rodríguez, actual secretaria de Gobernación. La escalada política llegó al punto de que Sánchez se promociona como aspirante a gobernador y llevando una estrategia de visibilidad en medios y espectaculares en el estado.
En medio de su presunta precampaña, Sánchez Zumaya ha sido acusado en la Fiscalía de Tabasco, con operaciones que lo vinculan con una supuesta red de corrupción que involucraría desfalcos millonarios en Pemex. Los medios Reforma y Latinus, que usualmente critican a la administración federal, han dado amplia cobertura a estos señalamientos. Esta difusión ha sido vista como una maniobra que favorece indirectamente al gobernador Gallardo, quien hasta ahora ha optado por guardar silencio ante las acusaciones de Sánchez, haciendo ligeros comentarios en medios de comunicación pagados por el gobierno del estado.
La confrontación entre Ricardo Gallardo y Gerardo Sánchez Zumaya está escalado a niveles complejos, convirtiéndose en una batalla mediática de alto calibre. Ambos han desplegado vastos recursos financieros para controlar la narrativa en medios, asegurar espacios en la opinión pública y construir su imagen ante los ciudadanos. Gallardo, con el poder de la gubernatura, ha logrado mantener su imagen ante las acusaciones directas y se ha beneficiado indirectamente del apoyo de medios nacionales que suelen criticar a la administración federal. Este respaldo mediático, impulsado por una fuerte inversión en publicidad, ha sido visto por algunos como una estrategia para desviar la atención de los señalamientos de Sánchez y mantener la percepción de un liderazgo intachable en el estado.
Por su parte, Sánchez Zumaya no se ha quedado atrás en esta guerra de recursos, intensificando sus acciones publicitarias y promoviendo su imagen de manera agresiva, como si de una campaña electoral se tratase. Con espectaculares, anuncios en medios de alcance nacional y una fuerte presencia en redes sociales, el empresario ha empleado su considerable poder económico para difundir su versión de los hechos y subrayar su cercanía con figuras de poder, buscando proyectarse como una opción sólida y cercana a la ciudadanía. Este despliegue ha sido interpretado como un intento por influir en la política local y ganarse el favor de aquellos que desconfían de Gallardo, situándolo como un contendiente ambicioso dispuesto a desafiar el status quo.
La lucha no se limita a declaraciones, pues tanto Gallardo como Sánchez han impulsado, con cuantiosas sumas, la cobertura de sus posturas en medios de todo el espectro político, creando un ambiente de polarización en San Luis Potosí. Los recursos económicos empleados por ambos reflejan el nivel de intereses en juego, donde cada bando busca no solo ganar terreno ante la opinión pública, sino también posicionarse en el tablero político nacional. Este enfrentamiento va más allá de un simple desacuerdo entre personajes, pues en él subyace una pugna por el control de la narrativa, el respaldo popular y, posiblemente, futuras aspiraciones políticas.
Este choque entre Ricardo Gallardo y Gerardo Sánchez Zumaya llega justo en vísperas de un proceso electoral que promete ser uno de los más complejos para San Luis Potosí. La polarización entre los dos personajes, amplificada por la enorme cantidad de recursos financieros destinados a consolidar sus respectivas posiciones, amenaza con profundizar la división política en la región.
Mientras ambos buscan ganar terreno y asegurar simpatías, el despliegue de campañas mediáticas y estrategias de imagen en torno a sus figuras adelanta una contienda cargada de confrontación. En un contexto donde la opinión pública ya se encuentra fragmentada, el riesgo de que estas tensiones influyan en los resultados electorales y en la estabilidad de la política local es alto, anticipando una jornada en la que los recursos y el manejo mediático podrían ser tan determinantes como el propio voto ciudadano.
